Durante dos meses, la actitud de la Casa Blanca hacia el Kremlin ha sido de calurosa apertura.
Por su parte, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha dado poco a cambio, a pesar de su declarada voluntad de cooperar.
Sus fuerzas han seguido bombardeando Ucrania, tanto en el frente como en el interior del país. Apenas ha cedido en las negociaciones de paz, cargando un acuerdo de alto al fuego incondicional de 30 días con innumerables condiciones. Sus subordinados han alargado las conversaciones, exigiendo en días recientes una tregua limitada en el mar Negro.
Luego, durante una aparición en el Ártico a finales de la semana pasada, Putin sugirió que podría ser necesario instalar un gobierno ucraniano temporal bajo los auspicios de las Naciones Unidas y celebrar elecciones para allanar el camino hacia un final duradero de la guerra.
La implicación era que una paz rápida no estaba en el horizonte, con Putin sugiriendo nuevamente que no podía llegar a un acuerdo con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, a quien Moscú lleva meses tachando de ilegítimo.
El presidente Donald Trump tomó nota.
El presidente estadounidense declaró este fin de semana a NBC News que estaba “muy enfadado” por los comentarios, y amenazó con imponer aranceles a cualquier país que compre petróleo ruso, una medida que podría hacer mella en la fuente de ingresos más crucial de Moscú para la guerra.
“Si Rusia y yo no somos capaces de llegar a un acuerdo para detener el derramamiento de sangre en Ucrania, y si creo que ha sido culpa de Rusia —que puede que no lo sea—, pero si creo que ha sido culpa de Rusia, voy a imponer aranceles secundarios al petróleo, a todo el petróleo que salga de Rusia”, dijo Trump.
El resultado es una cuestión de creciente relevancia para el gobierno estadounidense que ha sido más favorable a Rusia en décadas: ¿Está Washington preparado para presionar a Putin, cuyo poder autoritario, desprecio por los límites de los mandatos y cruzada contra los liberales han atraído durante mucho tiempo a Trump?
“Creo que Trump desea tanto un acuerdo con Putin que no irá inmediatamente en la otra dirección para presionar a Rusia”, dijo Stefan Meister, experto en Rusia del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores en Berlín. “Pero creo que nos estamos acercando a un punto de inflexión en el que Trump comprende que Putin podría no estar interesado en ningún acuerdo y que siempre pondrá algo adicional sobre la mesa de lo que quiere conseguir”.
En el campo de batalla no hay señales de que Putin tenga intenciones de retroceder.
Los drones rusos están bombardeando ciudades ucranianas con intensa frecuencia y ferocidad. En semanas recientes, los ataques han adoptado un patrón mortal a medida que Rusia concentra una tormenta de drones, muchos de ellos armados con potentes ojivas termobáricas, sobre distintos núcleos de población.
Las fuerzas rusas se están preparando para lanzar otra ofensiva a gran escala, según han advertido los mandos ucranianos, en medio de intensos combates en todo el frente. Putin, lejos de ver un conflicto estancado, se jacta de que su ejército se está preparando para “acabar” con los militares ucranianos.
“Hay razones para creer que acabaremos con ellos”, dijo Putin durante una visita a un submarino de propulsión nuclear en Múrmansk. Rusia, afirmó, está “avanzando hacia el logro de todos los objetivos declarados al comienzo de la operación especial”.
Esos objetivos, en última instancia, consisten en volver a poner a Ucrania bajo el dominio de Moscú.
A pesar de molestarse ante la exigencia de Trump de obtener derechos sobre sus minerales, Ucrania ha aceptado todas las propuestas de alto al fuego que el gobierno de Trump ha presentado para frenar la violencia: desde una pausa incondicional de 30 días en los ataques a la infraestructura energética hasta el cese de la violencia en el mar Negro.
Los esfuerzos han generado para Kiev tan solo una escasa buena voluntad en Washington, que ahora está dirigida en gran medida por líderes escépticos respecto a Ucrania.
Trump también amenazó a Zelenski durante el fin de semana, acusando al dirigente ucraniano de intentar echarse para atrás en el acuerdo para conceder a Estados Unidos derechos mineros como compensación por la ayuda estadounidense.
“Está intentando echarse para atrás en el acuerdo sobre las tierras raras y, si lo hace, tendrá problemas. Grandes, grandes problemas”, declaró Trump a los periodistas el domingo a bordo del Air Force One.
Putin lleva mucho tiempo cuestionando la soberanía de Ucrania, y el gobierno estadounidense dijo que su invasión de Ucrania en 2022 tenía como objetivo derrocar al gobierno de Zelenski. El viernes Putin pareció reiterar ese objetivo, al pedir que se instalara una “administración internacional temporal”.
Mientras Putin amplía su lista de exigencias, los ataques rusos con drones no cesan. En los últimos días, Rusia atacó un complejo hotelero en Dnipró, en el centro de Ucrania, matando a cuatro civiles e hiriendo a alrededor de 20 personas, así como un hospital y viviendas residenciales en Járkov, matando a dos personas e hiriendo a más de 50.
“La geografía y la brutalidad de los ataques rusos, no solo ocasionalmente, sino cada día y cada noche, demuestran que a Putin no le importa la diplomacia en lo más mínimo”, dijo Zelenski el domingo por la noche. “Desde hace varias semanas, Estados Unidos ha propuesto un alto al fuego incondicional. Y casi todos los días, en respuesta a esta propuesta, hay drones rusos, bombas, bombardeos de artillería y ataques balísticos”.
Hasta ahora, el gobierno de Trump se ha negado a tomar ninguna medida significativa para presionar a Rusia. Trump se ha negado a reconocer que fue Rusia quien inició la guerra, declaró falsamente que Zelenski era un “dictador” y suspendió brevemente la ayuda militar estadounidense y el intercambio de inteligencia con Ucrania luego de una desastrosa reunión en el Despacho Oval.
Al mismo tiempo, la Casa Blanca ha tomado medidas que benefician al Kremlin, como detener el trabajo de varias agencias de seguridad estadounidenses para contrarrestar el sabotaje, la desinformación y la ciberguerra rusos, disolver un equipo del FBI que confiscó los bienes de oligarcas rusos y desmantelar organizaciones que Moscú detesta desde hace tiempo, como la agencia de ayuda USAID.
Trump dijo que tenía previsto volver a hablar con Putin esta semana. Su amenaza de imponer nuevas medidas punitivas contra Rusia se dio después de varias horas jugando golf con el presidente de Finlandia, Alexander Stubb, firme partidario de Ucrania.
Tras la reunión, Stubb dijo en una conferencia de prensa en Londres que había sugerido a Trump que fijara una fecha límite para que Rusia aceptara un alto al fuego incondicional: el 20 de abril, que es Domingo de Resurrección.
El acuerdo limitado de Rusia y Ucrania para detener los ataques a las infraestructuras energéticas durante 30 días, que no contenía ningún mecanismo de aplicación, parece estar desmoronándose. Ambas partes ya se han acusado mutuamente de violar el acuerdo.
Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, dijo el lunes que no había ninguna llamada programada entre Putin y Trump esta semana, pero afirmó que se podría concertar una “muy rápidamente”. Peskov restó importancia a la amenaza de Trump relacionada con el petróleo, y dijo que Rusia seguía colaborando con Estados Unidos.
Trump ya ha amenazado a Rusia en otras ocasiones. En enero escribió en Truth Social que Putin tenía que “llegar a un acuerdo ahora y parar esta ridícula guerra” y advirtió al dirigente ruso que “podemos hacerlo por las buenas o por las malas”.
El primer gobierno del presidente estadounidense, lleno de figuras críticas con Rusia, aprobó medidas que desafiaban a Moscú. Pero en el segundo faltan muchas de esas figuras, salvo el secretario de Estado Marco Rubio, quien en el pasado ha impulsado una postura más firme frente a Rusia.
Trump prometió durante su campaña que tras convertirse en presidente pondría fin al conflicto en 24 horas. Los comentarios de Putin hicieron que la paz pareciera más lejana, planteando interrogantes sobre lo que hará el líder estadounidense si se da cuenta de que sus negociaciones con Moscú han llegado a un punto muerto.
“Es una ilusión del equipo de Trump pensar que Putin les dará lo que quieren”, dijo Meister. “Putin tiene intereses completamente distintos. No hay puntos en común. En cierto modo es una idea construida por el equipo de Trump, y lo entenderán por las malas”.
Paul Sonne es corresponsal internacional enfocado en Rusia y en las diversas repercusiones de la política interior y exterior del presidente Vladimir Putin, con especial atención a la guerra contra Ucrania. Más de Paul Sonne
Marc Santora ha estado reportando desde Ucrania desde el comienzo de la guerra con Rusia. Antes trabajó en Londres como editor de noticias internacionales enfocado en noticias de último momento y antes fue jefe de la corresponsalía de Europa Central y del Este, con sede en Varsovia. También ha reportado ampliamente desde Irak y África. Más de Marc Santora