Tres tiros resonaron mientras una guardia de honor disparaba al aire en el cementerio cubierto de nieve. Unos soldados quitaron la bandera de Ucrania de un ataúd y se la entregaron a los familiares. Luego una trompeta, acompañada de un tambor, entonó una despedida para el soldado caído.
Tras tocar una versión ucraniana del toque de silencio, los dos músicos de la banda militar se alejaron con lentitud, dejando a los familiares y allegados en duelo.
“Desafortunadamente, no podemos levantarlos de sus tumbas, pero podemos sonar el toque de silencio”, dijo el mayor Oleksandr Holub sobre las visitas diarias que los miembros de la banda que dirige hacen al cementerio, donde se han cavado cientos de tumbas nuevas para los soldados ucranianos.
En los tres años transcurridos desde que comenzó la invasión a gran escala de Rusia, Ucrania ha sufrido enormes pérdidas. En una entrevista publicada el mes pasado, el presidente Volodímir Zelenski dijo que al menos 46.000 soldados ucranianos habían muerto en la guerra y que más de 350.000 habían resultado heridos, cifras que en general se consideran subestimadas.
Durante el último año, el ejército ruso ha estado a la ofensiva, constantemente capturando territorio ucraniano y matando a soldados ucranianos en cantidades cada vez mayores.
Ahí entra la labor de la banda de la Brigada 101 de la Guardia Separada del Estado Mayor.
“Tratamos cada funeral como si fuera nuestro concierto más importante, pues nos estamos despidiendo de las personas por las que seguimos aquí”, dijo el soldado Lev Remenev, un compositor en la vida civil que se ofreció como voluntario para luchar en el ejército y terminó en la banda de la brigada, en la que toca el piano.
La misión de los 21 miembros de la banda es mostrar las dos caras de la lucha de Ucrania a tres años de iniciada la guerra: reconocer la insoportable pérdida y mantener arriba el ánimo de los que siguen luchando.
Apoyan a soldados y civiles ofreciendo conciertos inspiradores en escuelas, universidades y centros de rehabilitación. Pero la melodía que tocan con más frecuencia es una versión del toque de silencio, para honrar a sus camaradas caídos.
Los músicos cuentan que a menudo es difícil pasar al estado de ánimo alegre de un concierto para niños o para soldados en hospitales cuando acaban de tocar en un funeral.
“Si no logras cambiar y sigues con expresión seria, los niños lo notan”, dijo el comandante Holub, de 45 años, el director, quien lleva 18 años en la banda. “Los niños son el público más fácil, y es muy fácil hacer que se diviertan”, dijo. “Los soldados son los más difíciles”.
Pero, para los músicos, los funerales son los más difíciles.
Antes de la guerra también tocaban una versión del toque de silencio en funerales, pero más que nada era para soldados retirados que morían de viejos, explicó el mayor Holub. Las cosas se volvieron más difíciles en 2014, cuando Rusia invadió la región de Donbás, en el este de Ucrania, y murieron soldados en combate. Desde la invasión a gran escala se ha vuelto mucho más duro, dijo.
Holub recuerda el funeral que más lo afectó. “Nunca olvidaré a un joven llamado Andriy, de nuestra brigada”, dijo. “Quería que tocáramos en su boda, y en el verano de 2023, tocamos en su boda. Y un año después, en verano de 2024, tocamos en su funeral”.
Y añadió: “Diré sinceramente que cuando veo madres enterrar a sus hijos, se me salen las lágrimas. Es muy duro”.
El soldado Remenev se alistó en el ejército en 2022 y fue enviado a luchar a la región de Donbás. En julio de ese año, fue asignado a la banda.
Aún escribe canciones; sus camaradas le pidieron que escriba un himno para celebrar la victoria, dijo. “Es un reto enorme”, dijo Remenev sobre las expectativas de un himno, añadiendo que aún no lo había compuesto.
“Lo principal es que llegue la victoria, y entonces escribiré mejores canciones normales”, dijo. “La gente no escucha himnos; a la gente le gustan las canciones normales”.
Desde que se alistó en el ejército, ha dado más de 200 conciertos en hospitales y escuelas y en otros actos. Pero, al igual que los otros miembros de la banda, ha tocado en muchos más funerales.
“Siempre siento gratitud, en primer lugar, y luego pena y dolor por la muerte de niños y niñas, por la muerte de nuestra nación”, dijo.
Él, como sus colegas, dice que no es fácil estar de buen humor después de los funerales. En los conciertos, necesitan levantar la moral. “En esto no somos diferentes de todo el país”, dijo. “Toda la gente que vive en guerra tiene que obligarse a cambiar a un falso buen humor. Esa habilidad se adquiere con la práctica”.
A veces, los miembros de la banda militar charlan en el autobús que los lleva al cementerio, dándose apoyo moral. Pero, a veces, es demasiado triste, afirman. Entonces conducen en silencio.
El soldado Oleksii Prykhodko, de 29 años, forma parte de la banda desde hace cinco años, pero empezó a tocar regularmente en los funerales hasta después de la invasión a gran escala de 2022. “Es posible adaptarse a todo”, dijo. “Pero es muy difícil ver las lágrimas de los familiares que perdieron a sus seres queridos”.
El primer funeral en el que tocó se le quedó grabado en la memoria. “Fuimos al cementerio, pero no había familiares”, contó. “Era el principio de la guerra, y la madre del soldado caído había sido evacuada y no pudo regresar a tiempo”. Había huido; era una refugiada. “Una mujer la llamó”, dijo. “Y se estaba despidiendo de su hijo muerto por teléfono”.
“No tengo respuestas sobre cómo afrontarlo, pero de algún modo sigo adelante”, agregó.
Todas las mañanas, a las 9:00 a. m., sale con su trompeta a un patio de armas de la base de Kiev, la capital, y toca una versión del toque de silencio para los soldados de la base. Dijo que, la mayoría de los días, la vuelve a tocar en un funeral.
Uno de esos días, en diciembre, hubo un corte de electricidad a mitad de un funeral debido a los ataques de misiles rusos contra centrales eléctricas, relató. La iglesia se quedó sin luz, y se pidió a los dolientes que encendieran la linterna de sus teléfonos para poder encontrar el ataúd dentro de la oscura sala y despedirse del soldado caído.
Entonces el soldado Prykhodko tocó una versión del toque de silencio.
“Los familiares nunca nos dicen nada; no piensan en nosotros en ese momento”, dijo. “Cuando muere un ser querido, somos lo último en lo que piensan. Sin embargo, venimos y tocamos el toque de silencio”, dijo. “Es un ritual, y es importante”.