BRUSELAS — Durante el año pasado, varios bancos reportaron en varias ocasiones a Sergej Kozlov como un posible terrorista internacional. La primera vez, estaba intentando averiguar por qué su depósito de nómina se había atrasado. La segunda, trataba de pagarle a un peluquero de perros porque le había hecho un corte a su gran danés. Y el mes pasado, sucedió cuando quiso transferirle dinero a un colega.
Al principio, se quedó perplejo. Kozlov es un profesor de ruso de 40 años en la ciudad lituana de Kaunas. Jamás ha tenido contacto con terroristas.
Sin embargo, Kozlov descubrió que existe otro Sergej Kozlov, que vive a unos 1600 kilómetros de distancia. Ese Kozlov, de 59 años, es “jefe de gobierno” de la llamada República Popular de Lugansk, una región en el este de Ucrania que Rusia se anexó de manera ilegal. Ese Kozlov ha sido sancionado por la Unión Europea, Australia, Reino Unido, Canadá y Ucrania.
Tener el mismo nombre (el cual se puede deletrear de distintas maneras) le ha causado problemas a Kozlov, el profesor. “Es muy gracioso y, a la vez, muy triste”, dijo.
Desde que Rusia invadió Ucrania, la Unión Europea le ha impuesto múltiples castigos a Moscú, incluido un embargo casi total sobre el petróleo ruso, limitaciones al comercio y restricciones a las transacciones financieras. También vetó a unas 1500 personas y 205 empresas que Bruselas considera responsables de “socavar o amenazar la integridad territorial, soberanía e independencia de Ucrania”.
Una consecuencia imprevista es que, para las personas que tienen nombres parecidos a los de los sancionados, algunos procesos cotidianos y sencillos se han vuelto frustrantes y complicados.
Andrei Makaroff, un estudiante finlandés de música que tiene 20 años, experimenta dificultades similares a las de Kozlov en Lituania. En febrero, Makaroff estaba dejando su apartamento en Helsinki cuando le dijeron que su depósito había sido bloqueado. El banco sospechaba que era objeto de sanciones internacionales y no aprobaría la transacción hasta que él comprobara su identidad.
“Solo fue raro”, comentó Makaroff.
Cuando se mudó a un apartamento nuevo, pasó lo mismo. Y luego volvió a ocurrir cuando intentó hacer un pago pequeño por medio de su celular. Su molestia aumentaba cada vez que tenía que dar datos adicionales sobre su identidad, explica.
Luego de una breve investigación, detectó el problema: el nombre de Makaroff es similar al de Andréi Makárov, un miembro del Parlamento ruso, de 68 años, que ha sido sancionado por la UE.
También existen otros Sergej Kozlov. Un tercer Kozlov, que es chef en Vilna, la capital lituana, tuvo que demostrar que no era el Kozlov sancionado para tener acceso a su salario tras semanas de retrasos. Apenas el mes pasado, quiso hacer un pago y se le dijo que su cuenta había sido congelada.
“Toda la experiencia de tener que demostrar que soy yo ha sido muy desagradable”, expresó.
Es difícil saber cuántas personas en la Unión Europea se han visto envueltas en confusiones similares. Muchos países europeos, como Finlandia y Lituania, tienen grandes comunidades de rusos o ciudadanos descendientes de rusos. Algunos de los nombres de las personas sancionadas son relativamente comunes. Y la guerra en Ucrania ha creado muchas posibilidades de equivocaciones.
Eso no ayuda a aliviar la frustración de quienes están en medio de estos inconvenientes.
El profesor Kozlov ha tenido que proporcionar documentos adicionales de identificación para poder enviar y recibir dinero, y para que le envíen paquetes a su domicilio. Su ascendencia es mixta: su padre es ruso y su madre es lituana, pero él nació en Kaunas y solo tiene la ciudadanía lituana. Mencionó que su nombre ruso nunca antes le había ocasionado problemas.
El chef Kozlov, cuyo padre ruso fue apostado en Lituania como miembro del Ejército soviético, también dijo que nunca tuvo “ningún problema grave”, antes de que Moscú invadiera Ucrania.
“Tengo la ciudadanía lituana; nací aquí”, señaló.
Makaroff está aún más alejado de su tocayo. Sus bisabuelos se mudaron de Rusia a Finlandia para empezar una nueva vida, y su abuelo ruso ni siquiera le enseñó su lengua materna al padre de Makaroff.
“Claro, sé que mi nombre es ruso, pero yo no soy ruso, soy finlandés. Fui miembro del Ejército finlandés y he vivido toda mi vida aquí”, explicó Makaroff.
El día que Rusia invadió Ucrania el año pasado, Makaroff fue a un estudio para grabar una canción contra la guerra. Su madre ha ayudado a organizar manifestaciones en apoyo de Ucrania que han atraído a miles de participantes. Él no habla ruso.
Lidiar con casos de identidad errónea en relación con sanciones no es sencillo. En Estados Unidos, hay una línea de asistencia telefónica del gobierno para ayudar a las personas afectadas por la homonimia. Pero no existe tal apoyo en la Unión Europea, y la Comisión Europea, el poder ejecutivo del bloque, ha declarado que la tarea de implementar las sanciones recae en las autoridades de sus 27 Estados miembro.
Eso deja a la deriva a los Kozlov y Makaroff del mundo.
“Tal vez debería ir a la policía o algún otro lugar para conseguir ayuda”, mencionó Kozlov, el profesor, “porque quizá tenga que lidiar con esto por el resto de mi vida”.
Los bancos suelen disculparse por los inconvenientes, pero en esencia dicen que tienen las manos atadas. OP Bank, que bloqueó los pagos de Makaroff, comunicó que “los cheques relacionados con la administración de riesgo de sanciones podrían enfrentar demoras en cuanto a la transferencia de pagos”.
Swedbank, que bloqueó las transferencias de Kozlov, el chef, solo declaró que estaba respetando las sanciones internacionales. Luminor, el banco de Kozlov, el profesor, no respondió a nuestra petición de comentarios.
En el caso de Makaroff, un empleado del banco llegó a sugerirle que considerara cambiarse el nombre.
“En ese momento me sentí un poco ofendido”, relató Makaroff. “Le dije: ‘¿Qué? Mi nombre no tiene nada que ver con que yo sea ruso o que apoye a Rusia’”.
A pesar de todos los problemas, afirmó que jamás se cambiaría el nombre.
“Yo soy Andréi Makaroff”, sostuvo. “Y eso no tiene nada de malo”.
Monika Pronczuk es una reportera radicada en Bruselas. Se unió al Times en 2020. @MonikaPronczuk