Los hombres que mataron a Maksim Kuzminov querían enviar un mensaje. Esto era evidente para los investigadores españoles incluso antes de descubrir quién era. Los asesinos no solo le dispararon seis veces en un estacionamiento del sur de España, sino que pasaron por encima de su cuerpo con el auto.
También dejaron una pista importante sobre su identidad, según los investigadores: casquillos de balas de pistolas Makarov de 9 milímetros, una munición estándar del antiguo bloque comunista.
“Era un mensaje claro”, dijo un alto funcionario de la Guardia Civil, la autoridad policial española que supervisa la investigación del asesinato. “Te encontraré, te mataré, te atropellaré y te humillaré”.
Kuzminov desertó de Rusia a Ucrania el verano pasado, pilotando su helicóptero militar Mi-8 hasta territorio ucraniano donde entregó la aeronave además de un conjunto de documentos secretos a agentes de los servicios de inteligencia ucranianos. Al hacerlo, cometió el único delito que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha dicho una y otra vez que nunca perdonará: la traición.
Su asesinato en la localidad costera de Villajoyosa el mes pasado ha hecho surgir el temor de que las redes de espionaje rusas en Europa sigan operando y tengan como objetivo a los enemigos del Kremlin, a pesar de los esfuerzos concertados para desmantelarlas después de que Putin invadiera Ucrania en 2022.
Los servicios de inteligencia de Rusia se han puesto en pie de guerra y han comenzado a operar a un nivel de agresividad en el país y en el extranjero que recuerda a la era de Stalin, dijo Andrei Soldatov, autor y experto en los servicios militares y de seguridad de Rusia.
“Ya no se trata de espionaje convencional”, dijo. “Se trata de operaciones, y estas operaciones pueden incluir asesinatos”.
En España, Kuzminov llevaba “una vida indiscreta”, según el alto funcionario de la Guardia Civil. Acudía a bares populares entre la clientela rusa y ucraniana, gastando el dinero que había recibido del Estado ucraniano. Se desplazaba por Villajoyosa en un Mercedes Clase S negro.
No se ha establecido cómo exactamente lo encontraron los asesinos, aunque dos altos funcionarios ucranianos dijeron que se había puesto en contacto con una antigua novia, que aún estaba en Rusia, y la había invitado a venir a verlo a España.
“Fue un grave error”, declaró uno de ellos.
Altos funcionarios policiales que hablaron bajo condición de anonimato dijeron que el asesinato tenía características de ataques similares vinculados al Kremlin, incluido el asesinato de un excomandante rebelde checheno en Berlín en 2019 y el envenenamiento del exagente de inteligencia militar ruso Sergei Skripal en Salisbury, Inglaterra, en 2018. Skripal sobrevivió.
Los dos asesinos encapuchados que aparecieron en las imágenes de las cámaras de vigilancia del estacionamiento del complejo de apartamentos donde residía Kuzminov eran claramente profesionales que llevaron a cabo su misión y desaparecieron rápidamente, dijeron agentes policiales.
“No es habitual aquí en España que tiroteen con mucha munición, de forma muy contundente”, dijo Pepe Álvarez, jefe de la Policía Local de Villajoyosa. “Esos son indicios que apuntan a crimen organizado, a organización criminal, a profesionales”.
Aunque no han aparecido pruebas de la implicación directa del Kremlin, Rusia no había ocultado su deseo de ver muerto a Kuzminov. Semanas después de su deserción, el noticiero dominical del Kremlin emitió un segmento en el que se citaba a compañeros pilotos y comandos del servicio de inteligencia militar ruso que juraban venganza.
“Vamos a encontrar a esta persona y la vamos a castigar, con toda la severidad de las leyes de nuestro país, por traición a la patria y por traicionar a sus hermanos”, dijo uno de los comandos, que no fue identificado. “Al final encontraremos a todos. Nuestros brazos son largos”.
La deserción de Kuzminov fue un golpe para Ucrania, orquestado por una unidad encubierta del HUR, el brazo de inteligencia del ejército ucraniano. La unidad está especializada en reclutar combatientes rusos y dirigir agentes en territorio ruso para llevar a cabo misiones de sabotaje. Algunos soldados de la unidad han recibido formación especializada de la CIA sobre cómo operar en entornos hostiles.
Aunque la unidad había sido capaz de persuadir a algunos ciudadanos rusos y a veces a pequeños grupos de soldados para que desertaran, la audaz huida de Kuzminov —y el alto valor de lo que entregó— no tenía precedentes, dijo un alto funcionario ucraniano con conocimiento de la operación.
El éxito de los esfuerzos de Ucrania por reclutar desertores es difícil de cuantificar. Miles de ciudadanos rusos se han unido a unidades de voluntarios que luchan con el ejército ucraniano y, en ocasiones, han cruzado a territorio ruso para realizar incursiones relámpago en puestos fronterizos. Sin embargo, no parece que hayan cambiado el equilibrio de poder de forma significativa.
Kuzminov dijo en varias entrevistas que se desilusionó tras leer publicaciones de ucranianos en Internet.
“Comprendí quién estaba del lado del bien y quién del lado de la verdad”, declaró en una entrevista con un bloguero ucraniano.
A primera hora de la tarde del 9 de agosto de 2023, Kuzminov despegó en un helicóptero militar de un aeródromo de la región de Kursk, en el oeste de Rusia, para lo que se suponía que iba a ser una simple entrega de carga a otra base del país. Lo acompañaban en la cabina un técnico llamado Nikita Kiryanov y un navegante, Khushbakht Tursunov. Ninguno de los dos parecía estar al tanto de los planes de Kuzminov.
Poco después del despegue, Kuzminov apagó el equipo de comunicaciones por radio del helicóptero y descendió a una altitud de poco más de 6 metros para evitar los radares. Luego cruzó a Ucrania.
En entrevistas con los medios de comunicación ucranianos, Kuzminov se mostró evasivo sobre lo que ocurrió a continuación. Solo dijo que había aterrizado el helicóptero en un punto de encuentro acordado previamente en la región de Járkov, a poco más de 16 kilómetros de la frontera, donde fue recibido por comandos de la HUR.
“Todo salió bien”, dijo en una entrevista.
La realidad es más complicada. Cuando cruzó el país, Kuzminov sorprendió a un grupo de combatientes ucranianos, que abrieron fuego, según otro alto funcionario ucraniano. En la confusión, Kuzminov recibió un disparo en la pierna.
Lo que les ocurrió a sus compañeros de tripulación está menos claro. Un reportaje de la televisión rusa sobre ellos, citando a un médico forense, afirmaba que los dos habían muerto por disparos a corta distancia y sugería que Kuzminov los había matado antes de aterrizar. El alto oficial ucraniano que participó en la operación dijo que esto no era cierto.
“Nuestros soldados les dispararon”, dijo el funcionario. “De lo contrario, habrían matado a Kuzminov y podrían haber escapado en ese helicóptero”.
En entrevistas, Kuzminov dijo que sus compañeros de tripulación estaban desarmados, pero nunca explicó cómo murieron.
La HUR consideró claramente que la misión había sido un gran éxito. Poco después, el general Kyrylo Budanov, jefe de la inteligencia militar ucraniana, anunció que la operación daría confianza a otros soldados rusos que estaban considerando la posibilidad de desertar. La agencia de inteligencia incluso produjo un documental sobre la operación para mostrar su triunfo.
Kuzminov respondió a los medios de comunicación, dando una conferencia de prensa, concediendo entrevistas en las que denunciaba la guerra de Rusia y pedía a otros que siguieran su ejemplo.
“No se arrepentirán”, dijo en el documental. “Te cuidarán por el resto de tu vida”.
El gobierno ucraniano pagó a Kuzminov 500.000 dólares y le proporcionó un pasaporte ucraniano y un nombre falso: Ihor Shevchenko. También le ofrecieron la oportunidad de unirse a ellos en la lucha contra Rusia.
En lugar de ello, Kuzminov abandonó Ucrania en octubre y se dirigió a Villajoyosa, una pequeña ciudad de la costa mediterránea muy popular entre los turistas británicos y de Europa del Este. Allí se instaló en la novena planta de un modesto edificio de apartamentos a unos 10 minutos a pie de la playa.
Era una elección curiosa para alguien tan explícitamente señalado por las autoridades rusas para ser eliminado. La región es una conocida base de operaciones de figuras del crimen organizado ruso, algunas de las cuales mantienen vínculos con los servicios de inteligencia del país, según afirman las autoridades españolas.
En 2020, la policía española detuvo a más de 20 personas relacionadas con grupos delictivos rusos, algunas de las cuales operaban desde Alicante, en la misma provincia que Villajoyosa. Estas personas fueron acusadas de blanquear millones de dólares adquiridos mediante el tráfico de drogas y de seres humanos, la extorsión y los asesinatos por encargo, según las autoridades españolas.
Otro desertor militar ruso que se ha instalado en España y habló bajo condición de anonimato por razones de seguridad calificó la región donde se instaló Kuzminov de “zona roja” llena de agentes rusos. “Nunca iré allí”, dijo.
La mañana del 13 de febrero, un Hyundai Tucson blanco entró al estacionamiento del edificio de apartamentos de Kuzminov y aparcó en un lugar vacío entre los ascensores utilizados por los residentes y la rampa que da a la calle. Dos hombres esperaron allí durante varias horas, según el alto funcionario de la Guardia Civil.
Sobre las 4:20 p. m., Kuzminov entró en el estacionamiento, aparcó y empezó a caminar hacia los ascensores. Cuando pasó por delante del Hyundai blanco, los dos asaltantes salieron, lo llamaron y abrieron fuego. Aunque fue alcanzado por seis balas, la mayoría de ellas en el torso, Kuzminov consiguió correr una corta distancia antes de desplomarse en la rampa.
Los dos asesinos volvieron al coche y pasaron por encima del cuerpo de Kuzminov al salir. El vehículo fue encontrado a pocos kilómetros, quemado con la ayuda de lo que los investigadores creen que fue un acelerante especial. Los especialistas tardaron una semana en identificar la marca y el modelo del coche y determinar que había sido robado —dos días antes del asesinato— en Murcia, una ciudad situada a una hora de distancia.
Una unidad especial de la Guardia Civil está llevando a cabo la investigación bajo estrictas normas de confidencialidad. Las autoridades no han confirmado públicamente que Kuzminov fue la persona asesinada. Han tenido dificultades para ponerse en contacto con funcionarios ucranianos que pudieran ayudarles.
Pero entre la comunidad de expatriados rusos y ucranianos que viven en Villajoyosa no hay dudas sobre quién está detrás de la muerte.
“Todo el mundo cree que se lo llevaron los servicios”, dijo Ivan, de 31 años, que huyó de su ciudad natal, Jersón, Ucrania, al comienzo de la guerra. “Están por todas partes”.
El informe anual de España sobre amenazas a la seguridad nacional, publicado en marzo, decía que Rusia había renovado sus operaciones de inteligencia en el país tras la expulsión de 27 diplomáticos rusos por la guerra en Ucrania. Aunque menos en número, según el informe, los espías rusos siguieron buscando formas de “desestabilizar el apoyo de España a la OTAN.“
En el pasado, los funcionarios rusos se han enredado tratando de oscurecer la conexión del Kremlin con varios asesinatos en toda Europa, a menudo ante la clara evidencia de la participación del Estado. El caso de Kuzminov es diferente. Altos funcionarios rusos hablaron de su muerte con un regocijo apenas disimulado.
“Este traidor y criminal se convirtió en un cadáver moral en el momento en que planeó su crimen sucio y terrible”, dijo Sergei Naryshkin, director del servicio de inteligencia exterior de Rusia.
Dmitri Medvédev, expresidente ruso que ahora es vicepresidente del Consejo de Seguridad del país, dijo: “Un perro recibe una muerte de perro”.
En contraste con la gran fanfarria que acompañó a la deserción de Kuzminov, las autoridades ucranianas han guardado silencio sobre el asesinato. A los altos funcionarios les preocupa que pueda disuadir a otros de seguir su ejemplo.
“¿Quién cooperará con nosotros después de esto?”, dijo uno de los altos funcionarios.
“Rusia difundirá intensamente la propaganda —ya lo está haciendo— de que encontrará a todos los traidores”, afirmó. “Este es un mensaje velado a otros ciudadanos de Rusia, especialmente al personal militar, de que los encontraremos si nos traicionan”.
Michael Schwirtz es reportero de investigación de la sección Internacional. Trabaja en el Times desde 2006, y ha cubierto a los países de la antigua Unión Soviética desde Moscú y es uno de los reporteros principales de un equipo que ganó el Premio Pulitzer 2020 por artículos sobre operaciones de inteligencia rusas. Más de Michael Schwirtz