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Fue una evacuación del tamaño de una ballena. Bueno, en realidad, de dos.
En lo que, según los expertos, fue uno de los rescates de mamíferos marinos más complejos jamás realizados, la pareja de belugas fue sacada de un acuario de la golpeada ciudad de Járkov, en el este de Ucrania, y transportada al mayor acuario de Europa, en Valencia, España, el miércoles por la mañana.
La evacuación de Plombir, un macho de 15 años, y Miranda, una hembra de 14, llegó justo a tiempo, según los expertos en mamíferos marinos, tras la intensificación de los bombardeos aéreos rusos sobre Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania.
“Si hubieran seguido en Járkov, sus posibilidades de sobrevivir habrían sido muy escasas”, declaró Daniel García-Párraga, director de operaciones zoológicas del Oceanogràfic de Valencia, quien ayudó a dirigir el rescate.
Las belugas, cuyo hábitat natural es el Ártico, necesitan agua fría para sobrevivir. La devastación de la red eléctrica de Járkov obligó al acuario a recurrir a generadores, lo que dificultó la refrigeración del agua.
Al mismo tiempo, la dieta de las ballenas se redujo recientemente a la mitad debido a la escasez de los casi 60 kilos de calamar, arenque, caballa y otros pescados frescos que la pareja necesitaba diariamente, dijo García-Párraga. Los cuidadores ucranianos se plantearon incluso utilizar pescado desechado de restaurantes y mercados.
Y en las últimas semanas, varias bombas estallaron lo suficientemente cerca como para agitar las aguas de su hogar en el delfinario NEMO. Como las condiciones eran cada vez más precarias, los ucranianos decidieron que las ballenas necesitaban ser evacuadas.
Trasladar mamíferos marinos puede ser arriesgado incluso en las mejores circunstancias. Transportar animales enfermos o estresados aumenta la dificultad.
“Hay que asegurarse de que los animales transportados estén lo más sanos posible”, afirmó Michael Walsh, veterinario que dirige el programa de rescate de animales marinos de la Universidad de Florida, pero que no participó en la operación.
En casos de emergencia, dijo, “puede que no tengas tantas opciones”.
Dan Ashe, director de la Asociación de Zoológicos y Acuarios y exdirector del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU., afirmó que se necesitó “el equipo de expertos en mamíferos marinos más élite del mundo” para lograr lo que, en su opinión, fue “probablemente el rescate de mamíferos marinos más complejo jamás emprendido”.
Especialistas del Oceanogràfic de Valencia, del Acuario de Georgia de Atlanta y de SeaWorld ayudaron a los ucranianos en la operación, un viaje de 36 horas a lo largo de más de 3000 kilómetros que empezó el lunes por la noche y terminó justo antes del amanecer del miércoles.
Járkov podría parecer un lugar inusual para las belugas. Pero más de 3500 cetáceos —el grupo de animales que incluye ballenas, delfines y marsopas— viven en cautividad en todo el mundo, explicó Lori Marino, experta en inteligencia de cetáceos y bienestar de animales cautivos. “No me sorprende encontrar cetáceos en cautividad en cualquier parte”, afirmó en un correo electrónico.
Marino, quien también es presidenta del Whale Sanctuary Project, dijo que los cetáceos no deberían mantenerse en cautividad.
“Pero si lo están, tenemos el deber moral de mantenerlos fuera de peligro”, afirmó.
Los delfinarios NEMO, que operan en varios lugares de Ucrania, se han enfrentado en repetidas ocasiones a acusaciones de maltrato animal. UAnimals, un grupo de defensa de los derechos de los animales que ha evacuado a miles de animales desde la invasión rusa, publicó este año un mordaz informe sobre los delfinarios.
Olga Chevganiuk, responsable del departamento internacional del grupo, afirmó que los delfinarios “deben prohibirse en Ucrania ahora mismo”.
Natalia Gozak, oficial de campo de rescate de fauna salvaje del Fondo Internacional para el Bienestar Animal, quien trabaja en Ucrania, dijo que aunque el rescate era bienvenido, las ballenas nunca deberían haber estado en Járkov, y señaló que había indicios de que NEMO había obtenido ilegalmente algunos animales del medio silvestre.
“Capturan mamíferos marinos y los utilizan: los adiestran y los usan como entretenimiento”, afirmó. “Eso definitivamente no está bien”.
Los operadores de las instalaciones de NEMO han negado las acusaciones de crueldad.
Aunque algunas focas, delfines y leones marinos fueron evacuados de las instalaciones, el delfinario de Járkov sigue abierto. A pesar de que las alertas antiaéreas pueden durar más de 16 horas al día, el delfinario ofrece espectáculos con delfines.
Pero a medida que se intensificaban los bombardeos sobre la ciudad, las dificultades para cuidar de las belugas eran demasiado grandes.
Dennis Christen, director sénior de bienestar y comportamiento animal del Acuario de Georgia, quien conoció a las ballenas luego de que cruzaran de Ucrania a Moldavia, dijo en una entrevista que “las complejidades de esta evacuación eran inmensas” y que los rescatistas habían trabajado durante semanas para prepararse.
Tanto Christen como García-Párraga afirmaron que el rescate habría sido imposible si una de las mayores expertas en belugas del mundo no hubiera vivido en Járkov.
Esa experta, Olga Shpak, abandonó sus investigaciones el día que comenzó la invasión rusa y se trasladó a Járkov para ayudar en la guerra, trabajando con Assist Ukraine, una organización benéfica que asiste a soldados y civiles en el frente.
Contactada por teléfono mientras conducía por el este de Ucrania, Shpak dijo que era consciente de la difícil situación de las ballenas en Járkov cuando empezó la guerra, pero con las fuerzas rusas presionando contra la ciudad, la evacuación no era factible.
Tras la expulsión de los rusos de la región en otoño de 2022 y la estabilización de la situación, la preocupación por los animales se desvaneció.
A medida que las condiciones empeoraban en los últimos meses y los planes de evacuación tomaban forma, García-Párraga se puso en contacto con Shpak. Ambos se conocieron en una conferencia sobre belugas celebrada en Valencia en 2007, pero habían perdido el contacto tras la invasión. Una vez reconectados, Shpak se convirtió en el contacto central entre los ucranianos y los expertos internacionales.
Christen dijo que día y noche la llenaban de miles de preguntas y ella las respondía todas.
Los problemas empezaron con las cajas de transporte ucranianas, que no estaban diseñadas para las belugas y eran demasiado pequeñas. Los ucranianos decidieron que cada vez que levantaran una caja con una ballena, vaciarían el agua en vez de arriesgarse a romperla.
“El equipo ucraniano hizo un gran trabajo trasladando a los animales de Járkov a Odesa”, dijo García-Párraga.
Un miembro del equipo de Oceanogràfic se reunió con el camión que transportaba las cajas en Odesa, donde se llevó a cabo una inspección crítica.
Una vez que el camión cruzara la frontera con Moldavia, no habría vuelta atrás. Así que si había algún problema con las cajas o con la salud de las ballenas, tenían que detectarlo en Odesa. El equipo dio luz verde y las ballenas volvieron a la carretera.
En Moldavia, García-Párraga y Christen subieron al camión para el viaje al aeropuerto. Como el aeropuerto moldavo carecía de las pesadas grúas de elevación necesarias para trasladar a las ballenas, los rescatadores fletaron un avión de carga específico equipado con una grúa interior.
Las complicaciones del papeleo y el tránsito simultáneo del primer ministro italiano por el aeropuerto le añadieron horas preciosas al viaje. A medida que avanzaba el reloj, el equipo tenía que vigilar constantemente a las ballenas y mantener el agua de los tanques entre 22 y 24 grados centígrados.
Finalmente llegaron a Valencia antes del amanecer y a las 6:30 a. m. ya estaban en su nuevo hogar.
“Estábamos muy concentrados en los animales”, dijo García-Párraga. Pero también le conmovió la preocupación de los ucranianos que ayudaron en la evacuación.
A pesar de su trauma por la pérdida de amigos y seres queridos, mostraron una profunda compasión por los animales, afirmó.
Marc Santora ha estado reportando desde Ucrania desde el comienzo de la guerra con Rusia. Antes trabajó en Londres como editor de noticias internacionales enfocado en noticias de último momento y antes fue jefe de la corresponsalía de Europa Central y del Este, con sede en Varsovia. También ha reportado ampliamente desde Irak y África. Más de Marc Santora
Emily Anthes es reportera de ciencia, que se enfoca en ciencia y salud animales. También ha cubierto la pandemia de coronavirus. Más de Emily Anthes