Ha pasado un año desde que Moscú acusó a Kiev de derribar un avión militar ruso que transportaba a decenas de prisioneros de guerra ucranianos. Ucrania abrió una investigación, pero aún no ha hecho públicas sus conclusiones, lo que deja interrogantes sobre quién murió y por qué.
El accidente del avión de transporte IL-76 en la región rusa de Bélgorod, cerca de la frontera con Ucrania, desencadenó una serie de recriminaciones en un momento delicado para Kiev, mientras presionaba para obtener ayuda occidental para aumentar sus mermadas reservas de armamento.
Las autoridades rusas lo calificaron de acto “terrorista” y convocaron una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Las autoridades ucranianas no admitieron ni negaron haber derribado el avión, y dijeron que no podían confirmar que hubiera prisioneros ucranianos a bordo.
Funcionarios estadounidenses evaluaron posteriormente que las fuerzas ucranianas habían utilizado un misil Patriot de fabricación estadounidense para derribarlo, pensando que el avión transportaba misiles y municiones rusas.
“Tenemos muchas preguntas sobre la situación”, dijo en una entrevista reciente Sofia Sobolyeva, quien cree que su padre iba en el avión.
Mientras las familias de los prisioneros siguen esperando respuestas, esto es lo que sabemos sobre el accidente un año después.
Informes contradictorios
El Ministerio de Defensa ruso dijo el 24 de enero de 2024 que uno de sus aviones de transporte militar había sido derribado cuando se dirigía a Bélgorod para un intercambio de prisioneros. Dijo que el avión llevaba a 65 prisioneros de guerra ucranianos y que nadie sobrevivió al accidente.
En un principio, Ucrania reivindicó su derecho a atacar aviones de transporte militar rusos en la zona fronteriza, que había sido un punto de escala para la invasión de 2022 y se utilizó para organizar ataques después de esta.
En el momento del accidente, ataques letales de misiles rusos habían estado golpeando Járkov, justo al otro lado de la frontera en Ucrania, y Kiev subrayó la necesidad de obstaculizar esos ataques.
Pronto, sin embargo, la agencia de inteligencia militar ucraniana insinuó la posibilidad de un trágico error, sin reconocer directamente que Ucrania había derribado el avión, pero ofreciendo explicaciones sobre cómo podría haber ocurrido.
Un funcionario ucraniano dijo que el IL-76, utilizado a menudo para transportar carga, se había utilizado anteriormente para entregar municiones y misiles, lo que sugería que era un objetivo legítimo.
La agencia reconoció que se había planeado un intercambio de prisioneros para el 24 de enero, pero dijo que Rusia no había advertido a Ucrania de que los prisioneros iban a ser trasladados en avión al aeropuerto de Bélgorod, como había ocurrido en intercambios anteriores. Funcionarios rusos rebatieron esa versión, afirmando que se había notificado al ejército ucraniano.
Las afirmaciones discordantes demostraron la persistente falta de claridad que se ha convertido en una característica definitoria de la guerra. A lo largo de casi tres años de enfrentamientos, ambas partes han impulsado sus narrativas preferidas y se han mostrado reacias a revelar o reconocer los reveses sufridos.
Los investigadores han encontrado coincidencias en el ADN en más de 50 de los 65 cuerpos que Rusia dijo que iban a bordo, pero aún no era posible decir si eran los mismos cuerpos que se dijo que se habían encontrado en el lugar del accidente, según un informe publicado el viernes por la Iniciativa de los Medios de Comunicación por los Derechos Humanos, un grupo ucraniano que investiga los crímenes de guerra.
La iniciativa ha pasado la mayor parte del año pasado intentando aportar algo de claridad en medio de la escasez de información oficial.
Peticiones de investigación
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, pidió que la agencia de inteligencia de su país determinara lo ocurrido y que se realizara una investigación internacional sobre el accidente. Acusó a Rusia de “jugar con las vidas de los prisioneros ucranianos, los sentimientos de sus seres queridos y las emociones de nuestra sociedad”.
La agencia de inteligencia nacional de Ucrania abrió una investigación sobre el incidente.
Las autoridades rusas dijeron que el avión se había estrellado en un campo nevado cerca de un asentamiento del distrito de Korochansky. Ningún grupo independiente pudo visitar el lugar del accidente; Ucrania solicitó que se permitiera el acceso a la Cruz Roja y a las Naciones Unidas.
Imágenes de satélite y un video ruso no verificado captaron lo que parecía ser el lugar del accidente y los restos de un avión en la zona descrita por Rusia, pero no fue posible identificar a los pasajeros a partir de las imágenes.
Las autoridades ucranianas pidieron paciencia a los ciudadanos mientras investigaban las afirmaciones de Moscú.
Identificación de las víctimas
Los intercambios de prisioneros se han producido regularmente a lo largo de la guerra, incluso en medio de encarnizados combates. Pero las autoridades ucranianas no suelen revelar, ni siquiera a las familias, los nombres de los que van a ser liberados antes de los intercambios.
Las autoridades rusas no identificaron a las víctimas del accidente cuando lo anunciaron. Pero los nombres de los 65 prisioneros de guerra que supuestamente iban a bordo fueron compartidos en las redes sociales por el redactor jefe de RT, la emisora estatal rusa.
Pocos días después, la agencia gubernamental ucraniana que supervisa a los prisioneros de guerra confirmó que los nombres de la lista coincidían con los de quienes iban a ser intercambiados el día del accidente. Pero la agencia dijo que no tenía pruebas para confirmar que esos prisioneros estuvieran a bordo del avión, ni siquiera que estuvieran muertos.
Fue entonces, dijo Sofia Sobolyeva, cuando su familia recibió una llamada telefónica de los militares solicitando una reunión. El padre de Sobolyeva llevaba cautivo en Rusia desde marzo de 2022 —poco después del comienzo de la guerra— y su nombre figuraba en la lista.
“Nos reunieron y nos explicaron la situación, pero no respondieron a ninguna pregunta”, dijo. Las autoridades se comprometieron a investigar “rápidamente”, contó, y pidieron a los familiares que presentaran el ADN.
Un avance en el caso
El caso desapareció de los titulares durante meses. Un intercambio de restos a principios de noviembre fue el primer indicio de un posible avance.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) confirmó que estuvo presente en el traslado de restos el 8 de noviembre. Rusia dijo que el traslado incluía los restos de 65 muertos en el derribo del IL-76, pero esa afirmación no pudo verificarse de forma independiente.
“El CICR no participó en el proceso de identificación”, dijo esta semana el organismo en respuesta a unas preguntas, y añadió que estaba dispuesto a ayudar a las autoridades con apoyo técnico.
Sobolyeva dijo que los familiares de los 65, que habían formado un grupo de WhatsApp, se enteraron del traslado y las autoridades ucranianas les dijeron que “se necesitaba tiempo para las pericias de ADN”.
Preguntas pendientes
El fiscal general y el servicio de seguridad de Ucrania no respondieron a las preguntas de The New York Times sobre el estado de la investigación o si se había identificado algún resto.
Pero parece que hay pocas discrepancias sobre quién derribó el avión.
El Ministerio de Defensa de Rusia había acusado a las fuerzas ucranianas de lanzar misiles desde la cercana región de Járkov, en Ucrania, que impactaron al avión. Funcionarios estadounidenses informados del incidente dijeron posteriormente que Ucrania utilizó un misil de defensa antiaérea Patriot para derribar el avión.
Algunos familiares de quienes se cree que iban en el avión asistieron el viernes a la presentación del informe. Algunas mujeres acudieron con niños y otras sostenían retratos de sus seres queridos. Muchas de ellas lloraron mientras escuchaban.
La Iniciativa de los Medios de Comunicación por los Derechos Humanos llevó a cabo su propia investigación porque los familiares estaban “ahogados en la cantidad de solicitudes que envían” a las autoridades ucranianas, dijo Tetyana Katrychenko, directora del grupo.
“Nos quedamos solos con nuestra tragedia porque no hay ninguna organización en nuestro país que se ocupe de nosotros”, dijo Oksana Lozytska, cuyo hijo Roman, de 25 años en aquel momento, podría haber estado en el avión.
Aunque Ucrania no ha aceptado formalmente su responsabilidad, Sobolyeva dijo que eso no viene al caso ahora.
“Lógicamente, entendemos que Ucrania lo derribó”, dijo, aunque “oficialmente no tenemos nada”.
De lo que no está tan segura es de si las familias tendrán alguna vez respuestas a sus otras preguntas, como por ejemplo cómo ocurrió y por qué.
Describió a su padre como un hombre amable con “manos de oro” —capaz de arreglar cualquier cosa que se rompiera— a quien le encantaba la jardinería.
“Hubo mucho estrés y lágrimas, pero sigo sin entender lo que ocurrió”, dijo Sobolyeva una tarde reciente.
“Ahora”, añadió, “simplemente me pongo su sombrero negro, para sentirme más abrigada, tanto mental como físicamente”.
Maria Varenikova cubre Ucrania y su guerra con Rusia. Más de Maria Varenikova